miércoles, 18 de julio de 2007

PAISAJE OTOÑAL



Y viene el otoño a alterar los tonos veraniegos para vestir a la natureleza entre verde y amarillo en decadencia. Y viene el otoño sembrando riachuelos reposados, con ese azul líquido y clristalino que todavía no quiere irse. Y viene el otoño y va desgajando a los árboles de su vestimenta vegetal, sin duda para refrescarse de tanto sofoco estival. Para quienes tengan al otoño como tiempo de tansición, pues no. Aquí está este otoño pintado para la reconciliación con uno mismo.
Si estuviera sentado junto a ese árbol, no sería para mitigar los calores del trayecto, no sería para ampararme en una sombra inexistente, sino para respirar en profundidad, completamente a la intemperie, sin más premio que el del reposo. Y si estuviera sentado en esa piedra que da cauce al cauce, alargaría los pies para que el agua los acariciara. Quiero decir que el otoño es un tiempo de caricias y no de lugar de paso.
Es lo que tienen los pinceles: nos hacen ver, y sentir, lo que ahí está, pero que ni vemos ni sentimos si no fuera por ellos.

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