viernes, 27 de julio de 2007

DEHESA SALMANTINA


Por estos parajes de encinas y bellotas anda la bravura de los astados alimentando su futuro. Si en manada transitan, se alimentan o sestean, no hay bravura desbocada. Pero si el animal anda solo a sus anchas es mejor un árbol cerca para detenerlo.
Los campos charros son ásperos y con mucho pasto y con mucha libertad para los toros. Los toros salmantinos, antes de llegar a las plazas, se entrenan a su aire para que nadie los moleste. Ha venido el chaval, que no es capataz, y sí posiblemente aficionado primerizo, y no ha podido defenderse con una muleta en mano, ni siquiera improvisada. La encina es más segura que el trapo ante el desafío.
Lo que sí es cierto es que éste es un cuadro de raza campestre, con el colorido primaveral del campo charro, que tampoco da para excesivos tonos. Algunas florecillas, escasas, y al fondo el amarillo que más adelante, para el toro, se convertirá en arena de plaza. Pero todavía es pronto. Por ahora el pincel ha dejado al toro al natural, y también al muchacho. Si no fuera por la encina no habría ganadería, ni dehesa salmantina.

No hay comentarios: