domingo, 22 de julio de 2007

AMANECER EN ISLETA DEL MORO

Estaba el pintor espiando al amanecer, sentado a la orilla, hurgando en su paleta en procura de tonos apastelados. Por estos lados no se escuchan los anuncios de los gallos, que son los que despiertan al día tierra adentro. Por estas riberas el sol va despabilándose con algo de pereza, para dar tiempo a que la paleta del pintor se caldee.
Va amaneciendo en la Isleta del Moro y es muy posible que vayan dejándose ver los sonidos coloristas de aquellos cantos antiguos, cuando entre moras y cristianos, según las romanzas, prosperaban amores. Por los amaneceres mediterráneos todas estas fantasías caben, y más cuando el pincel las azuza.
El pincel de Juan tiene mucha maña para colorear estas andanzas amorosas que solamente se protagonizan cuando el amanecer se anuncia. Por allá, a lo lejos, veo que se despierta una sonrisa, y es, efectivamente, la de la mora: esa fantasía pictórica que se recrea en la paleta de Juan. Y yo la estoy esperando a que llegue.

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